Los Guardianes del Verde
En lo alto de los cerros, donde el verde se extendía hasta donde la vista alcanzaba, vivían muchos animales en paz. El venado, con sus elegantes pasos, recorría los prados; el cuzumbo, curioso y juguetón, exploraba cada rincón; y la ardilla saltaba de árbol en árbol, mientras la comadreja acechaba entre las rocas. Todos respetaban las reglas de la naturaleza y convivían en armonía.
Un día, el búho, sabio guardián de los cerros, convocó a los animales para una reunión importante. Desde lo alto, con su voz profunda, dijo:
— Amigos, he observado que hemos dejado de cuidar la vida que nos rodea. El verde de estos cerros, que nos da alimento y refugio, se está desvaneciendo. Debemos recordar el amor por la naturaleza que nos une.
Un día, el búho, sabio guardián de los cerros, convocó a los animales para una reunión importante. Desde lo alto, con su voz profunda, dijo:
— Amigos, he observado que hemos dejado de cuidar la vida que nos rodea. El verde de estos cerros, que nos da alimento y refugio, se está desvaneciendo. Debemos recordar el amor por la naturaleza que nos une.
Antes de que los animales pudieran responder, una chica apareció entre los árboles. Era conocida como Tina, la guardiana del bosque, quien desde pequeña había vivido entre los cerros y aprendido a escuchar el lenguaje de los animales. Con una sonrisa tranquila, se acercó al grupo y dijo:
— Búho, animales, ustedes tienen razón. El equilibrio de los cerros es frágil, pero podemos restaurarlo si actuamos juntos. He visto cómo el agua ya no corre tan libremente y cómo las plantas han comenzado a marchitarse. Sin embargo, con amor por la naturaleza, todo puede florecer de nuevo.
La liebre, inquieta, preguntó:
— ¿Pero cómo podemos ayudar?
Tina, con la sabiduría de quien conoce el bosque en su corazón, respondió:
— Cuidemos lo que tenemos. Cada acción cuenta. Si replantamos árboles, protegemos los ríos y respetamos la vida a nuestro alrededor, los cerros seguirán siendo nuestro hogar.
El oso de anteojos, fuerte y noble, asintió y dijo:
— Tina tiene razón. Debemos proteger nuestros hogares y no dañar el entorno. Si cuidamos el agua y a cada uno de nosotros, los cerros volverán a ser tan verdes como antes.
El cuzumbo, siempre optimista, añadió:
— Si trabajamos juntos, seremos más fuertes. Entre amigos, podemos hacer grandes cosas.
Así, con la ayuda de Tina y su amor por la naturaleza, todos los animales se unieron en una misión: cuidar de los cerros y preservar la vida que allí florecía. A partir de entonces, cada uno aportó su parte, y los cerros volvieron a brillar más verdes que nunca, recordando que la unión y el respeto por la naturaleza eran los secretos para mantener la armonía.
Moraleja: La verdadera fuerza nace cuando todos cuidamos juntos la naturaleza que nos rodea.